Rosa Piquín Cancio es profesora Asociada del Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo.

Las bibliotecas escolares son, quizá intencionadamente, las grandes desconocidas del sistema educativo; sin embargo conllevan dentro de sí un enorme potencial de cambio, transformación y posibilidad. Por supuesto, no hablamos del  modelo obsoleto, pero aún vigente, centrado exclusivamente en la literaturización de la misma, que descuida, repito intencionadamente, las enormes posibilidades de largo alcance que  implican las bibliotecas escolares como entidad cultural, pedagógica y social.

UNESCO, IFLA y otros organismos institucionales llevan años planteando en sus Manifiestos y Normas, la urgente necesidad de tomar conciencia de las cuatro líneas esenciales de la biblioteca escolar.

La primera y más singular o propia, es la que se refiere al apoyo al desarrollo del currículo, es decir, a los aspectos estrictamente escolares que caracterizan a la institución: qué enseñar, para qué enseñar, qué contenidos enseñar; los cuales constituyen la esencia y primordial labor  de muchos de los centros escolares que, a lo largo y ancho del país, ponen el acento en el aprendizaje, no sólo en la enseñanza. Eso implica, el desempeño de proyectos y metodologías activas, aprendizaje por competencias, el acceso a los corpus literarios, artísticos y científicos culturales, desde el uso habitual de la biblioteca escolar por el profesorado, que siente la necesidad de emplearla con sus alumnos, con todo lo que esto conlleva de acceso a múltiples fuentes informativas.

La segunda línea esencial, guarda relación directa con la construcción de la ciudadanía crítica. Sabiendo que todos los alumnos que integran hoy las aulas de los centros escolares no universitarios, son nacidos en el S.XXI, no podemos obviar la alfabetización en medios e información, (AMI), aún a sabiendas de que las carencias del profesorado, en este aspecto, son enormes. Por ello,  los planes de digitalización institucionales  han de contemplar la brecha de acceso, pero, sobre todo, la brecha de uso. Poniendo el acento en las interacciones con la información y medios, procurando la salud digital y el bienestar emocional de nuestro alumnado, y favoreciendo la creación de una conciencia crítica que nos permita ser resilientes. 

En el ámbito de las bibliotecas escolares, hace años que somos conscientes de que la infoxicación es un problema de  nuestra sociedad, por el gran volumen de información existente, por la rapidez con que ésta se incrementa, y por las contradicciones e inexactitudes de la información disponible. En la era de la información, la función de la escuela no puede limitarse a transmitir aquella como un contenido mas del conocimiento, pues no es la falta de información lo que impide el desarrollo de un pensamiento autónomo y maduro, sino la falta de criterios de selección, valoración y contraste, que es justamente lo que debe transmitir la escuela y la biblioteca.

Por otra parte, las bibliotecas escolares son una de las herramientas más eficaces para implementar, desde la escuela, la vivencia y concienciación en torno a los ODS2030, al respaldar programas de alfabetización en medios e información, ofrecer un lugar seguro para el aprendizaje; generar nuevos conocimientos y poner en marcha programas y proyectos de desarrollo sostenible, género y ciudadanía glocal.

La tercera línea se refiere a  la universalización de la educación de calidad: al éxito educativo. Ninguna de las actuaciones de la BE tiene sentido, si no se considera que el papel central que juega la misma, pasa por colaborar en la reducción, la prevención del fracaso escolar y el abandono escolar temprano. Tener en consideración al  alumnado más vulnerable por su perfil socioeconómico y sociofamiliar, es más necesario que nunca,  al ponerse de manifiesto que la brecha digital no es más que la punta del iceberg de la brecha social.

 La biblioteca es un agente de primer orden en relación  a la equidad social, la inclusión y la igualdad de oportunidades. El hecho de facilitar el acceso a diversidad de  fondos y materiales variados en cuando al formato, ya es en sí misma una medida para favorecer la equidad. En estos difíciles tiempos COVID19, el acceso a recursos digitales que las bibliotecas escolares están facilitando a hogares que carecen de ellos (tablets, portátiles, pinchos para conectarse…) contribuye a aminorar los efectos de la desigualdad, quedando patente en el confinamiento y ahora en la pandemia, que las bibliotecas escolares, al menos las que responden al planteamiento actual, han sido y son agentes de posibilidad

 Pero también es tarea ineludible de la biblioteca  escolar, el  plantear propuestas alternativas a la hiperconexión que, desaforadamente y sin mucho control parental,  vive  a menudo nuestro alumnado más vulnerable. Desde la bibliodiversidad  de calidad, propuestas humanistas, culturales, creativas y sociales suficientemente atractivas para revertir el signo de los tiempos,  son el contrapunto necesario para desarrollar experiencias culturales paralelas a las que se obtienen en el ciberespacio

La cuarta de las líneas, imbricada, obviamente, en las tres líneas anteriores, está al servicio de la extensión cultural: fomento de la escritura y del teatro;  interacciones entre lectores (talleres y clubes de lectura, encuentros con autores, apadrinamientos lectores, uso de maletas viajeras que van y vienen );  radios escolares que se dinamizan desde la biblioteca; prestamos digitales a través de plataformas que permiten acceder a literatura , películas,  audiolibros o a fondos de ficción digital bien seleccionada… . A todos estos recursos accede tanto el nuevo lector, usuario digital, como el más tradicional lector en papel. Y todo esto cabe en unas bibliotecas escolares entendidas como espacios creativos e inclusivos de aprendizaje, comunicación y lectura, que permiten el encuentro y la construcción de saberes compartidos, facilitando la democracia real de nuestros centros escolares y la construcción de una ciudadanía crítica y competente.  

La tarea de construir una biblioteca escolar comprometida con las cuatro áreas aquí señaladas, no es una cuestión de militancia o voluntarismo, sino de profesionalidad. Una acción profesional consciente y comprometida. Buen ejemplo de ello, son las bibliotecas de aquellos centros escolares que, a lo largo de los años con apoyo o sin apoyo de las Administraciones Educativas, se tomaron en serio la aplicación efectiva de la legislación vigente en lo relativo a Bibliotecas Escolares (Art.113 LOE/ LOMCE /LOMLOE),  y fueron avanzando decididamente, primeramente, hacia un modelo de Centro de Recursos de Aprendizaje, Lectura e Información y,  en los últimos años,  hacia un modelo de biblioteca híbrida, expandida y multi-biblioteca, que puede llegar a ser la necesaria herramienta de transformación  de la escuela.

 

El artículo se ha construido a partir de las siguientes lecturas:

Area, M. (2015) ¿Son necesarias las bibliotecas escolares en la escuela digital? Madrid: ACTAS  I Congreso Iberoamericano de Bibliotecas Escolares. CIBE 2015

Castán, G. (2002) Concepciones curriculares y BE: reflexiones para la elaboración de un modelo, Madrid: Actas Seminario Biblioteca Escolar y Calidad de la Educación. ANELE

Cencerrado, L.M (2017) La biblioteca escolar como interfaz social entre los usuarios y el conocimiento. Libro Abierto. Junta de Andalucía. Recuperado de: https://www.juntadeandalucia.es/educacion/portals/web/libro-abierto/opinion/-/novedades/detalle/UiO5RJzNWrQE/la-biblioteca-escolar-como-interfaz-social-entre-los-usuarios-y-el-conocimiento-17684xkd1w0h6

Marco de referencia para las bibliotecas escolares (2011) Ministerio de Educación. Recuperado de: https://www.ccbiblio.es/wp-content/uploads/Marcoreferenciabescolares.pdf

Novoa, C (2020) La biblioteca escolar y el cuento del hombre que tenía mala suerte. En Monogràfic BE21. Recuperado de: http://xtec.gencat.cat/web/.content/projectes/biblioteca/biblioteca-escolar-en-el-segle-xxi/documents/6_novoa.pdf

Piquin, R. (2020) Biblioteca escolar: herramienta para el desarrollo de competencias en medios e información. En Monogràfic BE21. Recuperado de: http://xtec.gencat.cat/web/.content/projectes/biblioteca/biblioteca-escolar-en-el-segle-xxi/documents/8_piquin.pdf

– Wolf, M (2020) Lector vuelve a casa: cómo afecta a nuestro cerebro la lectura en pantallas. Barcelona: Ediciones Deusto.

 

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