Luis Miguel Piñera es miembro de la Cultural desde 1977. Es autor de más de una treintena de libros y de más 500 artículos, siempre sobre Xixón; director del Club La Nueva España de Xixón y Medalla de Plata de Xixón 2019.
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Hoy es la calle Begoña, que comienza en la plaza del Monte de Piedad y termina en el paseo de Begoña. Recuperó su nombre original en el año 1987 pero la vía tuvo la denominación entre 1932 y 1937 de calle del 14 de Abril, y entre diciembre de 1937 y abril de 1987 se llamó calle de Enrique Cangas. Enrique Cangas había muerto en el frente de Oviedo, y era jefe en Gijón de Falange Española y de las JONS.
Las imágenes que aportamos, de la Biblioteca Nacional fondo Guerra Civil, reflejan ese cambio de la placa callejera en el año 1937 recién terminada la Guerra Civil en Gijón. Una de las fotos documenta la retirada, con un machete, de la placa que estaba colocada en un lateral del Instituto de Jovellanos. Vemos al fondo la Escuela de Comercio, sede actual de la Sociedad Cultural Gijonesa. En la otra imagen, tomada en el cercano paseo de Begoña, la misma placa es exhibida como un trofeo. La primera foto ocupó la portada del semanario falangista Fotos del 30 de octubre de 1937.
Es curioso que en el acta municipal del 4 de diciembre de 1937 que aprueba llamar Enrique Cangas a esa calle no se cite la fecha republicana, “se aprueba llamar Enrique Cangas a la calle que se llamaba Begoña”. Como si la calle del 14 de Abril no hubiese existido nunca. En la actualidad hay en Gijón la plaza de la República, en El Coto, pero no la calle del 14 de Abril.
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Durante los años de la Segunda República en Gijón fueron muchas las calles que cambiaron de nombre apareciendo denominaciones como plaza de la República para la plaza Mayor; la mencionada calle del 14 de Abril a la que era calle Begoña, o plaza del Capitán Galán a lo que era y es plaza del Carmen. Fue costumbre que muchos ciudadanos se dirigiesen por carta al Ayuntamiento en esos años tricolores solicitando cambios en el callejero que unas veces eran aceptados y otros no. Como ejemplo de lo primero figura una carta de un gijonés al Ayuntamiento que, efectivamente, consiguió como él propuso que la calle Sagrado Corazón donde vivía, justo al lado del colegio de los jesuitas, se transformase en calle de Carlos Marx. Eso fue el 2 de junio de 1932. “Carlos Marx fue una figura que constituye todo un símbolo y cuyas doctrinas constituyen hoy la pesadilla del privilegio y la plutocracia”, razonaba Heliodoro Laiz Burgos que así se llamaba el “ciudadano de la República” solicitante.
Insistimos en lo habitual que era en esos años republicanos la petición directa al Alcalde (primero a Isidro del Río y luego Avelino González Mallada) de ciudadanos anónimos proponiendo nombres para calles. Unos firmaban como “un vecino cuyo nombre no viene al caso” o “un viejo republicano” y pedían por ejemplo que la calle Recoletas, en Cimavilla, pasase a ser Coronel Portela “porque expuso su vida cruzándose en el camino de quienes pretendían asaltar la cárcel en la llamada huelga de consumos hace años” o que tuvieran calle Alfredo Calderón periodista de El Noroeste, Rafael de Labra “por su campaña abolicionista de la esclavitud en toda América y huésped frecuente de nuestra ciudad a la que tiene dedicada un libro”, o el abogado y destacado masón Emilio Menéndez Pallarés que había muerto en 1927 “eminente orador y gran republicano”. Entre otros casos también se pidió una calle para el periodista sevillano José Nakens “austero anticlerical desde las páginas de El Motín”. Nakens era el padre del también periodista Javier Bueno que en ese momento dirigía en Asturias el diario Avance y que fue ejecutado en septiembre de 1939. Ninguna de estas últimas peticiones fueron atendidas.
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En el mes de junio de 1932 se cambian de nombre varias calles de Gijón. Por ejemplo la calle Adosinda, al lado de la plazuela de San Miguel, tomó el nombre de calle de Felipe Valdés que era uno de los fundadores de El Noroeste; la calle del Gas (que ahora es de Menéndez Pelayo) pasó a ser calle de Niceto Alcalá-Zamora que en ese momento era el presidente de la República; la calle Molino (que ahora es de Emilio Tuya) se llamó calle de Emilio Castelar, último presidente de la primera República, y la céntrica Costanilla de la Fuente Vieja que termina en la calle de Los Moros pasó a ser calle del General Torrijos militar liberal seguidor de Riego.
Otros cambios. La travesía del Convento fue la calle de Eduardo Benot por quien fuera ministro de Fomento durante la Primera República, y se quitaron muchas calles con nombres de santos, por ejemplo San Bernardo se convirtió en calle de Blasco Ibáñez y la calle San Antonio pasó a llamarse calle del capitán Ángel García Hernández protagonista de la sublevación republicana de Jaca en diciembre de 1930. García Hernández fue fusilado en diciembre de 1930, al igual que su compañero Fermín Galán. Antes lo dijimos, la plaza del Carmen llevó el nombre de plaza de Galán.
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En la sesión del Ayuntamiento de Gijón del 19 de marzo del 1936 se cambian los nombres de la calle de Aguado para ponerle el de José María Martínez “quien dedicó su vida al logro de las legítimas aspiraciones del proletariado” según palabras de Luis del Río el concejal que propuso el cambio. José María Martínez, taxista, cenetista, había muerto en Sotiello en octubre de 1934. Figura en el actual callejero de Gijón con una vía en Viesques.
El Paseo de San José (lo que hoy es Palacio Valdés o “La Acerona”) pasó a llamarse paseo de Luis Sirval “periodista muerto en las circunstancias de todos conocidas”, y la calle Caridad se convirtió en calle Aquilino López Fombona, anarcosindicalista. La de Ezcurdia se convirtió a petición del concejal comunista Ramón Rodríguez en una dedicatoria al Octubre Asturiano llamándola calle del Seis de Octubre.
Por lo que se refiere a Luis Sirval podemos decir que era un periodista que tenía una pequeña agencia de noticias, que había sido candidato a diputado por el radical-socialismo y que, procedente de Madrid, había venido a Asturias a recabar información sobre la muerte de Aída de la Fuente.
Por cierto también Aída de La Fuente, la joven muerta en Oviedo en octubre de 1934, tuvo calle en Gijón en esos años; se dio su nombre a la que era antes y es ahora calle de Melquiades Álvarez muy cerca de la plaza Mayor. Muchos años más tarde Aída de la Fuente volvió al callejero gijonés cuando la comisión de gobierno del Ayuntamiento de Gijón dio su nombre a una calle en Tremañes en agosto de 1998. Cuando Luis Sirval (su nombre verdadero era Luis Higón Rosell) después de estar en Oviedo, en San Pedro de los Arcos donde murió Aida, vuelve a la pensión Flora donde se alojaba, fue detenido por la guardia de asalto y fusilado. Un relato pormenorizado de la muerte de Luis Sirval, dirigente de la Agrupación Profesional de Periodistas, está en el libro de Paco Ignacio Taibo II Asturias 1934 (2013). Muchos datos -nuevos y desmitificadores- sobre la muerte de Aida de la Fuente y de Luis Sirval figuran en la reciente publicación Verdugos de Asturias. La violencia y sus relatos en la revolución de Asturias de 1934 (2019) de Pablo Gil Vico.
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Algunas propuestas para modificar el callejero de Gijón en plena Guerra Civil quedaron simplemente en eso, en propuestas no llevadas a cabo. Por ejemplo una, por parte del Partido Comunista de España (Radio de Gijón), que solicitó el 5 de enero de 1937 dar el nombre de avenida de Rusia a la calle Corrida “como homenaje a nuestros compañeros de la URSS que tanta ayuda están prestando al pueblo español”. Al final quedó en propuesta, no fue realidad. Otra proposición fue para dar a la calle Diecisiete de Agosto, al lado de donde estuvo el cine Goya, el nombre de Luis del Río militante de Izquierda Republicana como mérito por “haber muerto en el campo de batalla frente al enemigo, siendo gestor (concejal) del Ayuntamiento”. Fue el 27 de febrero de 1937 cuando el propio alcalde, el anarquista Avelino González Mallada, propone en el Pleno honrar con una calle al comunista Horacio Argüelles García muerto en combate y que había sido teniente de alcalde en la Corporación presidida por él.
Otros cambios sí fueron realidad como cuando en noviembre de 1936 la calle del Marqués de San Esteban pasa a ser Buenaventura Durruti “caído en la lucha”, y la calle Rodríguez San Pedro se convirtió en calle de Joaquín Ascaso el compañero de Durruti “que encontró la muerte cuando el asalto al cuartel de las Atarazanas y de la Montaña, que fue lo que dio el triunfo a nuestras fuerzas, porque impidieron que los facciosos se apoderaran de Madrid y Barcelona”.
Por su parte la calle del Marqués de Casa Valdés pasó oficialmente a ser calle de Emiliano Barral en homenaje al escultor autor del mausoleo a Pablo Iglesias en el cementerio civil de Madrid y en Gijón de la escultura que hoy vemos en el parque de Isabel la Católica como homenaje a Manuel Orueta. Emiliano Barral había muerto en combate en Madrid.
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Todos esos cambios en las denominaciones de las calles de Gijón durante el transcurso de la República fueron anulados por las nuevas autoridades en la sesión municipal del 20 de noviembre de 1937: “Se dio por enterada la Corporación Municipal de Gijón de la nulidad de dichos acuerdos con arreglo al artículo 2º del Bando del General Dávila del 22 del pasado octubre, que declaró sin ningún valor ni efecto todas las disposiciones, nombramientos y resoluciones dispuestas con anterioridad al 18 de julio de 1936 por los rebeldes que detentaron el poder”. Eso leemos en el libro de actas municipales del 20 de noviembre de 1937.
Ese famoso bando del general Fidel Dávila Arroyo es aquel en que “ordena y manda” en su primer apartado que Gijón sea reintegrada como “zona ya liberada y rescatado al dominio de las hordas marxistas el último reducto de su criminal resistencia en el Norte de España a la provincia de Oviedo bajo la soberanía del Estado Español cuya Jefatura ostenta el Generalísimo de los Ejércitos Nacionales Excmo. Sr. D. Francisco Franco Bahamonde”.