Rafael Suárez-Muñiz (Gijón, 1991) es doctor en geografía y urbanismo, y cuenta con diversas publicaciones monográficas y en revistas científicas sobre espacios de ocio, arquitectura y urbanismo.

INTRODUCCIÓN CONCEPTUAL Y CONTEXTO GEOHISTÓRICO

El paternalismo industrial fue una táctica empresarial que cuajó en la segunda mitad del siglo XIX, en los países más industrializados de Europa, es decir, al calor de ese cambio económico y del concepto productivo masivo y en serie que Engels (1845) denominó Revolución Industrial.

El ejercicio paternalista consistía en la implantación de distintas “políticas sociales” para el control y domesticación de los trabajadores tanto en el ámbito productivo (centro laboral) como en el reproductivo (vivienda), en el educativo y en el ocial. Todo ello para la “fabricación” de obreros modélicos, con arraigo al territorio y vínculos afectivos hacia la empresa; valores cuyos descendientes irían heredando. Aunque hay poca literatura al respecto, son muy numerosos los ejemplos de paternalismo industrial destacables en España; pero, sobre todo, las autoridades que han investigado sobre estos temas, se han centrado en la repercusión del paternalismo en el plano residencial. No es para menos su interés geográfico debido a la huella imborrable que han dejado en nuestro territorio, podríamos decir que es la plasmación de un modelo económico de [re]producción material y social en el espacio.

El músculo de las empresas más potentes, a menudo de capital extranjero, se hacía patente en el desarrollo de barrios y poblados obreros desde finales del siglo xix hasta las décadas centrales del siglo xx. En Asturias podemos citar varios ejemplos —de cualquier época— de paternalismo industrial o de poblados gremialistas enfocados principalmente a la función residencial: como el poblado de Bustiello (Mieres, 1890-1920) promovido por la Sociedad Hullera Española —perteneciente al marqués de Comillas—, los grupos residenciales promovidos por Pedro Duro en La Felguera (Langreo, 1857), el poblado de Arnao (Castrillón, 1833) desarrollado por la Real Compañía Asturiana de Minas que incorporó también a la Asturiana de Zinc en 1957, los diferentes conjuntos residenciales de ferroviarios que hay por Asturias, el poblado de Santa Bárbara (Gijón, 1955) asociado a la fábrica de Moreda y Gijón o el poblado de Llaranes (Avilés, desde 1952 hasta 1965) junto al mayor coloso de la siderurgia nacional, que era Ensidesa. Estos dos últimos datan de mediados de siglo y fueron construidos bajo promoción estatal por los organismos prourbanísticos franquistas como la Obra Sindical del Hogar.

En todos estos grupos residenciales, bien sean barrios de mayor entidad urbanos o rurales, o colonias, o poblados, siempre encontraremos una jerarquización social del espacio visible en la morfotipología de las formas de hábitat (casas y bloques para obreros, casas para mandos medios y chalets con jardín o palacetes para altos cargos) y en la relación de proximidad entre las viviendas y el centro fabril. Todas estas promociones se inclinaban hacia la autosuficiencia para un mayor control del “obrero soñado”. El orden espacial no tenía por qué tener semejanzas pero sí se construyeron dotaciones y equipamientos comunes: escuelas, economatos, iglesias, cines / teatros, plazas, parques, instalaciones deportivas, hospitalillos, etc.

TRADUCCIÓN GEOGRÁFICA DEL OCIO Y EL PATERNALISMO INDUSTRIAL

Aparte de los grupos de viviendas como los que hemos relacionado, mediante la conclusión de la tesis doctoral “Análisis del ocio en Gijón desde una perspectiva geográfica (1850-2015)” hemos podido ser testigos de otras técnicas de paternalismo industrial asociadas al ocio, al ocio deportivo fundamentalmente, que daban lugar a grandes y medianos espacios de ocio pero no necesariamente insertos en el seno de algún poblado —que también— sino adosados a los propios recintos fabriles o infraestructurales.

Estos espacios de ocio deportivo guardaban una relación de contigüidad respecto al recinto fabril. Algunas industrias patrocinaban determinados clubes, es decir, tenían su propio equipo federado bajo su denominación. En resumen, a modo de conclusión, podemos extraer tres posibles razones que explican esta proximidad: por seguir políticas de paternalismo industrial en sentido estricto, para ofrecer una publicidad directa o por mero afán de patrocinio.

Qué mejor “publicidad directa” o “in situ” para una empresa que realizar un campo de futbol, de baloncesto, de voleibol o de hockey en un terreno sobrante y que cientos de personas acudan todos los fines de semana. Las industrias utilizarían los clubes (patrocinio) y los terrenos de juego como vectores tanto para fijar clientela como para incrementar el sentimiento identitario de sus asalariados. El público acudiente estaba noventa minutos viendo la fábrica, leyendo sus grandes rótulos, identificándola como algo cercano (comercio de proximidad) por la habitualidad y la empresa se estaría ahorrando anunciarse en la prensa. En definitiva: potenciar la imagen de marca a través del fomento de deporte.

Respecto al patrocinio, resulta de la combinación entre el paternalismo y la publicidad directa o personal a través de los jugadores de los equipos esponsorizados, que no eran sino vehículos de la imagen comercial. Véanse los casos del Visnú de baloncesto con campo y equipo propio, el equipo femenino de Camisas Ike, el Aboño, el Moreda, etc.

Relación de campos de futbol derivados de intenciones paternalistas en el suroeste de Gijón. Fuente: elaboración propia a partir de la fotografía aérea del Vuelo Americano 1956-1957 (Serie B), Vuelo de la Diputación del Principado de Asturias (1970) y de la cartografía vectorial municipal del Ayuntamiento de Gijón.

Relación de campos de futbol derivados de intenciones paternalistas en el suroeste de Gijón. Fuente: elaboración propia a partir de la fotografía aérea del Vuelo Americano 1956-1957 (Serie B), Vuelo de la Diputación del Principado de Asturias (1970) y de la cartografía vectorial municipal del Ayuntamiento de Gijón.

OCIO Y TRABAJO. CASOS DE ESTUDIO

Resulta paradigmático cómo con el devenir de los años el ocio deportivo se convirtió en una pieza nuclear dentro del engranaje del proceso productivo, cuando habíamos partido de la concepción negacionista residual de que el ocio era una pequeñísima parte del tiempo libre y que este, en oposición, era el tiempo de no trabajo; puesto que el 75 % de la población no tenía ni tiempo ni status ni medios económicos para acceder al ocio.

ALGUNOS ESPACIOS DEPORTIVOS ASOCIADOS A LAS INDUSTRIAS

La fábrica de cerveza La Estrella fue fundada por Ernesto Bachmaier y Manuel Suardíaz en 1893. Esta importante industria asturiana se emplazó en El Natahoyo, entre la avenida de Galicia y la calle Pachín de Melás, en un solar de 15.000 m2. Enfrente, entre la citada avenida (N) y las calles las Mercedes (S), los Laboratorios (O) y Rosalía de Castro (E), se hizo un campo de futbol reglamentario. El cual era propiedad de Ángel Riva-Suardíaz que se lo alquiló al Natahoyo C. F. Este terreno de juego se inauguró el 26 de septiembre de 1948 y desapareció cuando se construyó un bloque de viviendas en su lugar. Allí se disputaron partidos del Campeonato Regional de segunda categoría. Cabe mencionar que en el periodo intersecular La Estrella fue una de las mejores cervezas de este país y la fábrica pudo ser la que contó con mayor producción. La tercera parte del recinto fabril estaba configurado por hermosos jardines, en los que se organizaban los fines de semana estivales: fiestas, bailes, espichas y tenía bar-restaurante.

Chocolates La Primitiva Indiana

Fábrica de chocolates La Primitiva Indiana con el contiguo campo de Las Palmeras. Véase el ejemplo de la publicidad directa aludida. Fecha: 1933. Foto: Constantino Suárez. Muséu del Pueblu d’Asturies

En 1900, en El Llano de Abajo, se estableció la Sociedad Electra Industrial. La factoría ocupaba toda la extensión comprendida entre las calles Fray Ceferino González (N), Saavedra (E), Pérez de Ayala (S) y la avenida Schulz (O). El campo de La Electra ocupaba las tres manzanas fronteras a Pérez de Ayala, delimitado al sur por la calle Eleuterio Quintanilla, al oeste por la avenida Schulz y al oeste por la calle Saavedra. Este espacio comenzó a emplearse en la temporada 1921-22, por parte del Real Athletic de El Llano y allí se disputaron encuentros de la segunda categoría del Campeonato Regional. En 1930 se dejó de utilizar definitivamente, jugaban equipos no federados y amateurs. El último partido del Real Athletic disputado allí fue en 1928. Ese espacio se fragmentó y se comenzó a urbanizar.

Como los dos casos anteriores, atendiendo a las políticas paternalistas y al interés publicitario, junto a la fábrica de chocolate La Primitiva Indiana reubicada en El Llano de Arriba en 1880. La factoría estaba entre las actuales calles Pintor Manuel Medina (N), Río Nervión (S) y la carretera del Obispo (E) y el campo de Las Palmeras estaba pegado, entre la carretera Carbonera y la del Obispo. El Hispania comenzó a jugar allí en la temporada 1932-33 y la prolongación de la calle Santa Eulalia acabó con el campo en la década de 1950. El campo era muy accesible ya que estaba pegado a la cabecera y terminal de la línea del tranvía de El Llano, de ahí que sobreviviera al parón de la Guerra Civil. Como señala el profesor Alvargonzález, importantes centros fabriles buscaron emplazarse junto a esta infraestructura para la movilización de trabajadores y luego de público. Caso parecido ha sido el campo de La Santina colindante a la fábrica de Orueta unos metros más al noroeste.

Final del torneo femenino de voleibol en la cancha de la estación del ferrocarril de Langreo (RENFE) vista desde la calle Sanz Crespo. Fecha: 10 de mayo de 1961. Foto: Vegafer hijo. Hemeroteca de El Comercio.

Final del torneo femenino de voleibol en la cancha de la estación del ferrocarril de Langreo (RENFE) vista desde la calle Sanz Crespo. Fecha: 10 de mayo de 1961. Foto: Vegafer hijo. Hemeroteca de El Comercio.

Junto a la calle Sanz Crespo, dentro de la estación del ferrocarril de Langreo(1852) se hizo una cancha de voleibol en marzo de 1961 para que jugasen sus trabajadores. El equipo anfitrión creado fue el Club Ferroviario. Fue una de las primeras canchas de Asturias y una de las mejores, tanto que allí se celebró el Campeonato de España en 1962. La cancha de voleibol de Gijón Fabril (1915) estaba en terrenos aledaños de este gran recinto que hoy ocupan los cines Yelmo, en la esquina de las calles Maestro Amado Morán e Industrias. Fue coetánea a la de la estación de ferrocarril, duró también muy pocos años (1963-1965 como mínimo). Ambas desaparecieron cuando se construyó el pabellón polideportivo de La Arena.

En abril de 1943, en la calle Príncipe (nº 14), la empresa de cosméticos Visnú, cuya fábrica se encontraba en El Llano de Abajo (calle Electra, nº 18), se inauguró un campo de baloncesto cerrado con valla de madera y pavimento de tierra compactada. Tenía todas las instalaciones y suministros necesarios (vestuarios con duchas, marcador, iluminación, altavoces, grada, etc). Era un campo en propiedad y estaba patrocinado junto al equipo por Visnú. Era uno de los mejores campos de España allá por 1944, cuando se reinauguró y mejoró. En este caso vemos la tercera vertiente del paternalismo que es la esponsorización tanto del campo como del equipo, con el que jugaban y ganaban por toda la región.

CONCLUSIONES

Al final del día, las empresas habían logrado lo que querían sin que los proletarios se hubiesen percatado. Aunque estuvieran haciendo deporte, no abandonaban la esfera laboral. Pasaban las mismas horas que antes “dentro” de la fábrica. Su solaz no era más que para obtener réditos productivos y que los obreros fueran más eficientes en su puesto de trabajo. No cobraban más ni menos por hacer deporte, las empresas no perdían su pecunio por disponer un campo de tierra que les sobraba o al que no le daban uso. Sin embargo, se estaban beneficiando de todo lo mencionado: un trabajador contento que sería más productivo, publicidad a pie de fábrica, captación de posible nueva clientela in situ o mediante la esposonrización de clubes.

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