Por Oliverio Martínez Cepedal, profesor de filosofía

Tiempos de cambios, la maldición china “Ojalá te toque vivir tiempos interesantes” ha llegado, y algunos analistas especulan que nada será como antes. Sin embargo hay constantes que parecen mantenerse e incluso radicalizarse. En este artículo vamos analizar una variable reseñable que nos arrojará luz sobre la convulsa actualidad pero sin agotarla totalmente, ya que al tratarse de una realidad en marcha precisaría de una  mayor distancia epistemológica.

La realidad política y económica actual tiene unas características generales en las que no vamos a profundizar porque excedería las intenciones del artículo. Pero sirva como orientación un diagnóstico previo.

El crecimiento de las políticas proteccionistas y la guerra comercial entre EEUU y China, deja a la UE en un cada vez más irrelevante 3º o un 4º puesto, según cómo situemos a Rusia. El proyecto geopolítico y económico de la globalización neoliberal, el fin de la historia según Fukuyama, la hegemonía del mercado libre, queda cuanto menos tocado, sino muerto y al mismo tiempo que emerge la figura del Estado como gran interventor económico, por otra parte nunca se había ido. En este sentido, podemos observar cómo se establecen grandes centros de producción y riqueza con áreas de mercado e influencia política fluctuante y en constante conflicto. En este marco general la UE es cada vez menos decisiva y más campo de batalla donde se disputan la hegemonía global EEUU y China. La guerra comercial seguía su curso, la UE mantenía una economía estancada y Rusia oscila en una posición de equilibrio entre China y la UE, con algún enfrentamiento táctico con EEUU, a todo esto llega la pandemia del Covid-19, el “cisne negro” que sacude la realidad actual.

La teoría del “cisne negro” tiene un claro antecedente en Hume, los cisnes hasta el momento eran siempre blancos, pero en 1695 se descubren cisnes negros y cambia la verificación causal, nadie lo pudo predecir. Nassim Nicholas Taleb en 2007 recupera esta teoría para la reflexión contemporánea. Taleb lo explica en el New York Times

“Lo que aquí llamamos un «cisne negro» es un suceso con los tres atributos siguientes: En primer lugar, es un caso atípico, ya que se encuentra fuera del ámbito de las expectativas regulares, porque no hay nada en el pasado que puede apuntar de manera convincente a su posibilidad. En segundo lugar, conlleva a un impacto extremo. En tercer lugar, a pesar de su condición de rareza, la naturaleza humana nos hace inventar explicaciones de su presencia después de los hechos, por lo que es explicable y predecible.

Me detengo y resumo el triplete: rareza, impacto extremo y retrospectiva (aunque no prospectiva). Una pequeña cantidad de «cisnes negros» explica casi todo en nuestro mundo, desde el éxito de las ideas y las religiones, a la dinámica de los acontecimientos históricos, hasta los elementos de nuestra vida personal.”

Los acontecimientos imprevisibles se explican retrospectivamente, a posteriori, se construye una cadena causal que nos lleva a la racionalización de lo ocurrido. La racionalización se realiza con los hechos y los datos pero sobre unos presupuestos teóricos anteriores, estos serán también económicos y políticos. No hay reconstrucción de los hechos desde la nada, o desde la neutralidad absoluta. En la reconstrucción, por otra necesaria, podemos considerar dos posibilidades; una primera en la que el marco teórico vigente asuma la anomalía dándole la explicación y la aplicación en su marco teórico; o por otro lado que la anomalía exceda considerablemente y rebase el marco teórico vigente exigiendo una nueva configuración teórica. Esta temática se puede encontrar en Kuhn, Latour, Feyerabend, Funtowitcz..etc. Así, volviendo al inicio, la gestión del Covid-19 parece que está reproduciendo dos patrones o dos constantes a tener en cuenta:

  • La gestión política basada en el modelo público es ineficaz y debe ser sustituida por una gestión privada. Directamente privatizar el servicio o financiar exclusivamente la función privada. Las decisiones políticas deben de ser tomadas bajo el modelo empresarial, como si la política fuese un management.
    La actividad política debe canalizarse a partir de cauces empresariales, o ser auditados con criterios empresariales, considerando siempre las líneas maestras de la eficiencia y de “responsabilidad económica”. Como es sabido, la ortodoxia dominante tiene un especial celo en el control estricto del gasto público para que la deuda pública no suba y cuidar la inflación. El “cinturón de hierro” se cuida desde el mercado de deuda, y desde el propio mecanismo bancario del BCE.
  • La gestión política tiene su propia naturaleza y praxis. Aristóteles lo explica así en la Ética a Nicómaco. “Puesto que nuestras indagaciones tienen por objeto la mejor constitución, base de la administración perfecta del Estado, y que esta administración perfecta es la que habrá de asegurar la mayor suma de felicidad a todos los ciudadanos […].”
    Hay por tanto una acción en la política virtuosa capaz de buscar el bien común a través del hábito y de la praxis de la justicia “Es por la práctica de la justicia y la templanza como se llega a ser justo y sobrio y, sin esta práctica, nadie estará ni aún en camino de llegar a ser honesto y virtuoso”
    La acción política inspirándose en el bien común puede tener una praxis más allá de la visión cortoplacista, y del control del déficit público donde se pueden realizar políticas en búsqueda del bienestar general a través de una reforma fiscal, la inversión pública, el aumento en el salario de la clase trabajadora y el incentivo de la demanda interna.

Los dos patrones anteriormente explicados se enfrentan dentro de un contexto dinámico y en pugna hegemónica. Los partidarios de los servicios privados y de la lógica contratante-contratado están a favor del primer patrón y sospechan significativamente del segundo, llegando a suponer la imposibilidad del bien común, y que solo se puede llegar a una especie de armonía de intereses a partir de la búsqueda individual de los propios intereses. Del mismo modo conforman colectivos homogéneos materializados en las élites económicas, en caso de la UE se puede observar nítidamente una clara colaboración entre las élites centroeuropeas y las del sur, manteniendo un rumbo similar y renegando de intereses “patrióticos” parece que la patria contra “los otros”, no contra “los nuestros”

Por el otro lado, los partidarios del segundo patrón consideran que los servicios sujetos a una relación fiduciaria son fiables y garantes de realizar justamente su servicio. No obedecen a intereses particulares económicos, sino al interés general. Actualmente este patrón se vuelve a reforzar gracias a la acción de las entidades públicas sanitarias, policiales, educativas y al florecimiento de diversas iniciativas colectivas que se organizan y luchan contra el Covid-19, más allá de los intereses comerciales.

Aquí tenemos el marco del debate, pero llega el cisne negro en forma de pandemia global, una situación excepcional del todo imprevisible capaz de movilizar procesos de decisión distintos o de radicalizar los ya existentes. Es decir, teniendo en cuenta los posibles horizontes de acción podríamos entender primero uno donde las razones políticas embridan la economía y sus élites con su conformidad o no, en búsqueda de un bien común. Algo así como lo que se llegó a materializar en Bretton Woods con plan Marshall incluido. El segundo escenario es rescate, troika y radicalizar las políticas liberales, maximizar el control sobre el gasto público, e incrementar recortes, privatización, flexibilidad…

En los procesos de negociación del Eurogrupo de las últimas semanas se ha materializado estos dos horizontes de acción en un debate duro y prolongado con importantes consecuencias rupturistas en lo que se refiere a la UE política.

En la crisis del 2008 ya hubo una intervención generosa de los Estados para salvar los balances empresariales, los credos liberales se habían puesto en cuestión. Sin embargo, el resultado fue una socialización de las pérdidas y una privatización de los beneficios, parece que volvemos al mismo escenario con el fondo de rescate MEDE en el horizonte.

Volviendo atrás, el marco teórico actual intenta asumir la anomalía y tiende a mantener sus posicionamientos originales. Por motivos teóricos pero sobre todo por intereses económicos. Los marcos teóricos hegemónicos no son rebasados y superados, sino que más bien son ampliados y radicalizados, dando por tanto un mayor desarrollo a los posicionamientos económicos y políticos hegemónicos. Veamos a continuación algunos aspectos decisivos de esos posicionamientos hegemónicos que orientan sin duda la actualidad político-económica.

EL SCHUMPETERISMO DEL SIGLO XXI

Pocas figuras de orden económico y político igualan la talla de Joseph A. Schumpeter. La importancia del checo reside no solamente en la profundidad e interés de sus escritos y teorías, sino en su importante influencia económica y política.

Las ideas de Schumpeter están a la base de la configuración de las democracias liberales actuales. La concepción de democracia de Schumpeter niega la existencia de un bien común, y tampoco considera adecuado los procesos de decisión democráticos igualitarios protagonizados por una voluntad popular. Schumpeter a la postre catedrático en Harvard afirmaba que las personas tienen distintas preferencias, tienen distintos valores y que es muy difícil que grupos humanos compartan los mismos objetivos. De hecho, aunque lo pudieran hacer tendrían grandes dificultades en la toma de decisiones y en la forma de realizarlas. Incluso para el exministro de finanzas de Austria, no hay posibilidad de salvar estas diferencias mediante la argumentación racional, esto último es fundamental.

La democracia schumpeteriana descarta los procesos de decisión colectiva ofrecidos por la institución democrática del parlamento. Cuando el proyecto democrático resurge en la revolución francesa ofrece un proceso racional de toma de decisiones colectivas donde el bien común emana de la cámara parlamentaria basada en la ciudadanía. Rousseau, Robespierre, Kant entre otros respaldan dicho argumentario republicano.

Schumpeter aboga por una democracia elitista protagonizada por un número reducido de partidos políticos huérfanos de ideología, pero poblados de expertos donde el poder se ejercerá de arriba a abajo. Los grandes partidos competirán por los votos, como grandes empresas, la competitividad. La participación en política del pueblo se reduce a la mínima expresión, “elegir” a sus líderes políticos. Dicha elección estará determinada y encauzada desde arriba, no vaya ser que voten a quien no tienen que votar, las técnicas de convicción se acercan a un proceso de “venta” de medidas políticas, y una estimación dirigida de “compra” de votos. Los votantes compramos el discurso de un grupo de expertos de un partido político, consumimos sus ideas. Nada de participación democrática, los ciudadanos son agentes teledirigidos y si votan mal, vuelta a empezar.

El sistema liberal partidocrático parece la viva imagen del modelo de democracia elitista competitiva. No solamente esto, si los procesos de decisión colectivos deben de ser determinados desde arriba por estos partidos elitistas de expertos, ¿qué tipo de política se hará?

La política necesaria, la política económica imprescindible para los grandes grupos empresariales que nutren las filas de expertos, sus expertos. Expertos aglutinados alrededor de grandes medios de comunicación financiados por dichos grupos empresariales. La élite intelectual y política apenas tiene grietas, y su cierre a favor de los intereses de las grandes empresas es total. La políticas son siempre más de lo mismo, o lo mismo más rápido.

PREMONICIONES TOTALITARIAS

La actualidad política parece que nos hace retroceder al pasado. La crisis del Covid-19 alude a la crisis del 29, las intervenciones estatales y la voladura de techos de gasto aumentando la deuda pública, alude Bretton Woods, parece que las décadas de los 30-40 nos tiene mucho que decir. De hecho en el periodo de entreguerras, las democracias liberales de Alemania e Italia entregaron sus políticas económicas a los grandes grupos empresariales de cada país. En Alemania el presidente del Reichsbank Hjalmar Schacht organiza en 1932 una reunión con los grandes empresarios teutones para financiar la campaña de Hitler, después será su ministro de economía y grandes compañías como IG Farben, Thyssen, Flick y Krupp serán decisivas en la economía nazi, el totalitarismo llega también de la mano del control de la economía por el gran empresariado nacional. Lo mismo ocurrió con Mussolini en Italia y ocurrirá en Austria con el régimen de Engelbert Dollfuss. Son los grandes consorcios de las empresas alemanas las que deciden sin injerencia estatal la forma de producción, legislación etc, y por supuesto los que obtienen enormes beneficios. La supuesta neutralidad económica, dista mucho de ser creíble, no fueron sujetos pasivos de tal barbarie, sino más bien parte activa e interesada, de hecho se valen del Estado totalitario para satisfacer sus intereses empresariales.

“Núrenberg, 14 de noviembre de 1947. Un testigo francés declaró hoy que la empresa IG Farben compró 150 mujeres del campo de concentración de Oswiecim [Auschwitz], quejándose por el elevado precio de 200 marcos por cada una, y que las mató a todas ellas en experimentos con droga somnífera. El nombre del testigo es Grégorie M.Afrine. Declaró al tribunal militar norteamericano que acusa a veintitrés directivos de la IG Farben de crímenes de guerra, que estaban empleando como intérprete con los rusos después de que estos tomaran el campo de Oswiecim en enero de 1945 y que encontró una colección de cartas, entre las cuales se hallaban varias dirigidas desde la fábrica de Bayer al comandante de campo”

Herald Tribune de Nueva York el 15 de noviembre de 1947. Recogido en “El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista”. Antoni Domenech (2004)

La carta anterior da testigo del maridaje entre los grandes consorcios empresariales y el régimen nazi, incluso podríamos afirmar que parte de la expansión imperial de estos dos grandes totalitarismos obedece a necesidades materiales de primer orden de dichas compañías nacionales, un imperialismo clásico. En la actualidad la tipología de empresario de corte liberal austriaco con inspiraciones schumpeterianas tiene mucha presencia, las dos velocidades deben ser respetadas, nada de coaccionar su capacidad inventiva e innovadora con injerencia estatal en forma de impuestos, o tasas ecológicas, los tipos impositivos a las grandes empresas deben de mantenerse bajo mínimos, nada de compararlos con los tipos impositivos de las rentas al trabajo. Todo lo contrario, la inversión pública debe financiar y favorecer fiscalmente a las grandes empresas.

Toda esta controversia pone de relieve que la desigualdad social y económica influyen directamente en la propia salud democrática de las democracias liberales actuales. Cuando Amancio Ortega evade impuestos “legalmente” con ingeniería financiera no solamente se pierde de recaudar una cantidad considerable de fondos necesarios para el estado de bienestar, sino que violenta el marco legal general dejando a las claras que es el empresario schumpeteriano el que decide si aportar o no al estado, y si decide aportar en qué y cuánto. Parece ser que estas dinámicas expuestas a lo largo del análisis no remitirán en los próximos años, ni éstas, ni otras que han quedado en el tintero, falta saber si se encontrará alguna forma de mitigar sus consecuencias por medio de reformas, o si por el contrario se es capaz de construir un contrapoder capaz de redirigir tales dinámicas hacia horizontes emancipatorios.

EL HOMBRE FUERTE

La figura del hombre fuerte resurge en la actualidad, los modelos autoritarios de Salvini, Abascal, o su contrapartida feminizada de Le Pen y Alice Weidel acompañados de realidades ya en el poder como Viktor Orbán nos hace pensar que una posible salida a la crisis del Covid-19 sea la autoritaria. El cisne negro acelera procesos ya existentes o lo “cambia todo para que nada cambie”. Todo esto no es nuevo, volviendo a los 30 Erich Fromm en su estudio Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich (1929-30) alertaba que “la miseria económica parecía no conducir de manera directa a la confrontación abiertamente anticapitalista de los asalariados, sino al fortalecimiento de actitudes fascistas.” La extrema derecha tiene un desarrollo desigual en la UE. Sin embargo el caso del Covid-19 puede alterar esta situación llevando a desarrollos colectivos autoritarios.

Las alusiones a comunidades afectivas nacional-patrióticas de respaldo colectivo cada día son mayores y todas parece que aluden a un imaginario colectivo donde la figura de la autoridad fuerte es relevante. La autoridad fuerte se puede articular mediante un líder político, o también en un representante de la élite empresarial metido a la política capaz de “hacer la política que hay que hacer”, de ahí la incipiente figura del empresario de éxito Berlusconi, Jesús Gil y ahora Amancio Ortega. Las opciones explicadas expresan que tanto una posibilidad como la otra tienen los elementos necesarios para su desarrollo dentro del marco operante, quizás sólo hace falta un “cisne negro”.

Las organizaciones de extrema derecha son muy porosas con respecto a la actualidad, tienen mucha fuerza en las redes sociales, como ya han demostrado en la campaña de Trump y en el Brexit. Además vemos que su capacidad de inducir estados de opinión por medio de de dichas redes sociales es efectivo, no solamente eso sino que son capaces de adoptar estrategias más clásicas como el cacerolazo.

Sin duda el Covid-19 ha desatado redes solidarias, sin duda también a puesto en primera línea política a la actuación heroica de entidades públicas como la Sanidad, la policía, ejército y la educación. Pero también puede desarrollar posicionamientos políticos autoritarios. Miembros de la extrema derecha conforman asociaciones de víctimas del Covid-19 e intentan acercarse a las clases más populares, unir el barrio de Salamanca con Vallecas…A todo esto debemos de añadir la crisis de legitimidad de la razón política y la percepción colectiva inducida por las élites de que es necesario una figura de autoridad capaz de dar solución a la situación aunque para ello se deba violentar los marcos jurídicos y democráticos existentes, de ahí que se clame por la ilegitimidad del gobierno, por eso se reclaman gobiernos de concentración. Aires de Weimar

El tablero está listo. Las piezas se mueven

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