Rafa Velasco es abogado xixonés y Presidente de la Federación Asturiana de Memoria y República (FAMYR)
¡ Son sociales- dijo el- Las especies que más éxito tienen en la evolución son sociales. A eso se debe nuestro éxito. Estas cabronas tienen nidos comunes y son muy difíciles de erradicar porque cooperan.
El individuo es frágil, pero la especie es fuerte. La colonia es invencible!Juan José Millas y Juan Luis Arsuaga “La vida contada por un sapiens a un neandertal«
Desde la derrota de los procesos de construcción del Socialismo en el este de Europa los ideólogos del Capitalismo real no solo profetizaron el fin de la historia, sino que comenzaron una carrera despeada por la exaltación del individualismo hedonista, frente a cualquier idea de cooperación interpersonal o de construcción de comunidad.
En cuanto al fin de la historia, por desgracia, la misma ha demostrado que sus predicciones eran incorrectas, y lejos de vivir en un mundo armonioso, afrontamos conflictos bélicos y confrontaciones sociales, que de seguir adelante, podrían destruir hasta el propio planeta Tierra. Con una guerra fratricida en Ucrania, con un genocidio en Palestina y con riesgo de que la confrontación se extienda hacia otros lares, en particular frente a China, los apriorismos de los bien pagados profetas del sistema hegemónico se visualizan ya como farsantes vendedores de crece pelo. Pero un crece pelo que causa muerte y desolación, y que de no pararles los pies nos abocan a callejones sin salida de impredecibles consecuencias.
Sin embargo, su discurso de exaltación del individuo, como ente aislado, que puede vencer todo tipo de contrariedades en absoluta competencia con sus semejantes, lejos de ser una ideología en retroceso, es a día de hoy el pensamiento dominante. Aunque si la mayoría nos miramos al espejo todos los días podemos comprobar que estamos muy lejos de ser esos superhombres y supemujeres, seguimos autoengañandonos e intentamos salir a la calle a comer al de al lado para poder triunfar en un mundo en competencia absoluta, donde para encima nos han inoculado que sino lo conseguimos es por nuestra negligencia o falta de voluntad. A su vez, parafraseando a Herbert Marcuse, nos han hecho creer que solo tenemos dos dimensiones en nuestras vidas, para supuestamente hacernos felices, una producir, para generar riqueza de la que se apropia una minoría, y otra, consumir, para que esa minoría pueda monetarizar los beneficios de la riqueza que colectivamente creamos la inmensa mayoría de personas que no somos dueños de los medios de producción. Como al final esa cadena es débil, si quienes constituimos los eslabones de la misma nos damos cuenta de nuestro verdadero poder, nos han también vacunado contra la virtud de la empatía, haciéndonos pensar solo en claves de disfrute individual, donde el Yo lo es todo, frente al nosotros y nosotras.
En los últimos tiempos todo ese discurso, que se lleva años socializando, ha comenzado a dotarse de referentes políticos, con proyección mediática y con presencia electoral. Los fenómenos de Milei, Trump, Musk o Ayuso, no son casuales, ni un desgraciado mal sueño de una noche de verano, sino que constituyen el cemento con el que el Capitalismo Real pretende solidificar sus victoria políticas, con una aceptación mayoritaria de quienes formamos la inmensa mayoría de la realidad social. Son el pensamiento fuerte del gran capital, como en otras épocas lo fue la religión o el llamado pacto social de los “Estados del Bienestar”.
Son discursos que, aunque aparentemente muy sólidos por lo extendidos que están, tienen los pies de barro, pues contravienen la propia naturaleza de la especie humana, y por ello, a la par, son tan peligrosos. Cargarse la idea de empatía, con quien sufre o padece; pensar que existen rasgos raciales o nacionales que predisponen a ciertas personas al crimen; o pensar que el existo personal es posible al margen de la sociedad en la que nos ha tocado vivir, es un burdo intento de manipulación de nuestras conciencias, que choca con la evolución de la especie humana sobre la tierra, desde nuestro orígenes hasta el día de hoy. Pese a que bastaría citar a Aristóteles, San Agustín, Tomas de Aquino, Kant, León XIII, Pio IX, o cualquier intelectual de prestigio de los y las que nos ponían de ejemplo en el instituto, para desenmascararles, ello no obsta para que tengamos que entender que su irracionalismo es una bomba de relojería contra la humanidad.
En su constante batalla ideológica, que ahora llaman cultural, han tenido siempre en cuenta que tenían que derrotar los pilares sólidos en los que se han asentado todos los procesos liberatorios que en el mundo han tenido algún éxito en la historia de la humanidad. Por ello, aprovechando lo que paso en Europa en los años 90, pensaron que el primer objetivo a derrotar era el marxismo y el comunismo, pues para ello además eran conscientes que iban tener como tontos útiles a sectores de la izquierda que no comprendieron, y no comprenden aún, que ese Capitalismo real tenía como objetivo retrotraer todas las conquistas socio-políticas alcanzadas tras la segunda guerra mundial, incluida las llamadas democracias avanzadas, sustentadas en las cesiones que el capital tuvo que hacer a las clases trabajadoras para evitar las revoluciones que tras Octubre de 1917 eran el fantasma que recorrió el mundo.
Pero ello no les era suficiente, en su avidez por consolidar un modelo social donde la desestructuración de los lazos comunitarios de convivencia es la garantía de la dominación del capital, necesitaban vencer al pensamiento racionalista que venía de la Ilustración y la Revolución Francesa. La lógica del Capitalismo, tendente a la acumulación de riqueza en cada vez menos manos, necesita para sobrevivir poner en solfa los valores de la razón, de la igualdad, de la fraternidad, de la democracia, pero también de la libertad entendida en toda su extensión. No es casual, que del lado de sus ataques furibundos a cualquier concepción democrática del poder, entendido como poder social más allá del votar cada cuatro años, aparezcan discursos negadores de las vacunas o afirmadores de que la tierra es plana, dado que todo lo que le suena a ciencia y razón, son obstáculos que deben destruir para convencer a la inmensa mayoría social que ninguna posibilidad tenemos de recuperar derechos que hemos ido perdiendo en los últimos decenios y que tenemos que resignarnos a vivir en este mundo de lagrimas, a poder ser pensando que en una vida más allá de la muerte nos traerá la recompensa por lo que nos han privado en esta vida. Es más, reducir la libertad al disfrute hedonista individual, como hábilmente planteo Ayuso en Madrid, durante la pandemia, es un nuevo opio del pueblo, para evitar que podamos pensar que quizás con alguna acción colectiva pudiéramos vislumbrar un mundo donde nuestra libertad se desarrollaría más plenamente si quienes están a nuestro lado son tan libres como nosotros y nosotras, y cooperan para ensanchar esos campos de libertad, pues riqueza en el planeta para ello hay más que sobrada. Irracionalismo, Hedonismo y Destino incuestionable, son la santísima trinidad de los y las nuevas profetas del turbocapitalismo, en forma también, a veces, de iglesias autodenominadas evangélicas o de maquinas de creación de pensamiento vinculadas a ideologías previas al siglo XX.
No es extraño también que de su mano aparezcan planteamientos que cuestionan la evolución de las especies, y por ello resuciten ideas que creíamos superadas hace tiempo sobre el origen de la especie humana en la tierra. Negar la evolución de la humanidad, por el desarrollo de la materia insensible a la materia pensante, del paso del primate al sapiens, se convierte en una batalla ideológica fundamental, porque es la forma de afirmar que solo este mundo es posible y que todas las experiencia de cooperación humana son antinaturales, cuando la evolución de la humanidad demuestran precisamente lo contrario.
Esos y esas apologetas del ultraliberalismo, incluso en sus vertientes más esperpénticas, son todo menos personas tontas, y saben que ciertas ideas, de las antes citadas, están tremendamente asentadas en el sentido común. Por ello saben que deben aún disfrazar sus discursos más radicales y atacar desde diferentes flancos a los discursos emancipadores que aún les hacemos frente. Una forma coordinada de su estrategia es robarnos nuestro propio lenguaje a los y las demócratas. No es casual que hagan tanto hincapié en la palabra libertad, aunque sea para prostituirla absolutamente, pues la única libertad que defienden son la del mercado salvaje y la del carácter absoluto de la propiedad privada, pues siempre que pueden defienden desde la cadena perpetua o la pena de muerte, intentar cercenar la libertad de conciencia y la libertad de expresión, por no decir nada de los derechos de sindicación, huelga o participación política. No es extraño que personas que se dicen amantes de la libertad, puedan plantear ilegalizar partidos e ideologías que contradicen sus planteamientos, cerrar periódicos o acabar con la escuela laica, y como no reivindicarse del Franquismo, de las experiencias fascistas en Europa o de las dictaduras del cono sur americano. Su ultraliberalismo no es más que una forma modernizada de Fascismo, o incluso a veces de prácticas más propias del feudalismo que del Capitalismo en su vertiente más avanzada.
En ese camino, que creen absolutamente victorioso, no tienen empacho incluso a apropiarse de lemas que siempre han estado vinculados a las ideologías de la izquierda como el “solo el pueblo salva al pueblo” o el “no hay pan pa tanto chorizo”, como recientemente hemos podido comprobar. Es más, en el colmo de la hipocresía, osan incluso llamarse «libertarios» , diciendo que reniegan solo del estado, cuando reniegan es de la propia sociedad entendida como comunidad humana.
En la práctica, su ateísmo del estado, es absolutamente falso, pues donde más éxito han tenido en aplicar sus políticas (Chile,Argentina etc…)el estado sigue funcionando, y de qué manera, como forma de represión de quienes cuestionan sus falacias y como forma de seguir nacionalizando las perdidas y privatizando los beneficios. El ser humano puede vivir sin estado, pero no sin sociedad y comunidad .No hay humanidad posible sin organización social y sin vida en comunidad, por mucho que intenten negar la evidencia, es que incluso sus ideas, aunque intenten decir que son la mera esencia de la naturaleza, cuestionan verdades demostradas incluso desde el campo de la biología, la paleontología, la medicina, la psicología etc…Por mucho que se empeñen son las formas de cooperación social las que nos han traído hasta el día de hoy, pues sino hubiéramos desaparecido como los dinosaurios hace millones de años. Especies tan lejanas a la nuestra, como las cotorras, son ejemplo que es la cooperación una forma imprescindible para la supervivencia.
Las políticas que defienden estos mesías del Capitalismo nos alejan de nuestras características como seres humanos para convertirnos en depredadores de nuestros semejantes, nos acerca a ser una jauría humana donde el fuerte se come al débil. Su darwinismo social, donde quien no puede debe ser suprimido sin la menor compasión, conduce a la eugenesia social. Pues si proteger a la tercera edad es un gasto superfluo, si también lo es proteger a personas con discapacidad o a quien se ha quedado sin trabajo, al final estamos preparando el terreno para avanzar hacia la guerra entre personas y pueblos, algo que tuvo su máxima expresión en lo que el nazismo aplicó en los años 30 y 40 del siglo pasado.
Frente ese individualismo, que nos degrada a la condición de animales depredadores de nuestros y nuestras semejantes, cada vez se hace más necesario elevar discursos socialistas y poner en práctica mecanismos comunitarios de apoyo mutuo, y también de justicia social y redistribución de la riqueza, que se construye socialmente y se sigue acumulando privadamente cada vez en menos manos. Por eso ser hoy socialista o comunista no es una antigualla histórica, sino una necesidad de legítima defensa para quienes nos quieren convertir en víctimas de su salvajismo. Y para ello el estado puede ser un instrumento, nunca un fin, el fin es construir sociedad y comunidad, pero eso podrá dar lugar a otro artículo futuro.
Nos toca, a quienes aún nos reclamamos de la versión más progresista de la ilustración, en particular a quienes nos reclamamos del marxismo, mucho trabajo, intelectual y político, por hacer para desde un pensamiento fuerte, dada la ineficacia frente a este nuevo fascismo sin correajes del llamado “ pensamiento débil” , derrotarles como se merecen. Su pensamiento, aunque con su fanfarronería actual aparente lo contrario, es un pensamiento que se le puede derrotar, y en ello deberíamos poner más esfuerzo, más allá de luchas cainitas, de capillas, que nunca han llevado a ningún lado. Necesitamos producir más y mejor pensamiento, más y mejores valores culturales e ideológicos, organizar, organizar y organizar más las luchas que se siguen produciendo. Debemos actuar más en comunidad, como las cotorras, que siguen ahí demostrando que la colonia les hace invencibles. Y todo ello para de nuevo confirmar lo que ya Shakespeare, en boca de Hamlet, o Marx en “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte”, afirmaron que “el viejo topo habrá hozado lo suficiente” , para que un mundo nuevo, más libre y más humano pueda ser vivido por las generaciones que nos sucedan.