Begoña Cueto Iglesias es Profesora Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo

Uno de los principales retos al que se enfrentan los mercados de trabajo de la mayor parte de los países occidentales es el envejecimiento de la población. El descenso de la natalidad, junto con el aumento de la esperanza de vida, han cambiado la estructura demográfica, de forma que la población joven cada vez supone un menor porcentaje, mientras que ocurre lo contrario con el grupo de mayores de 64 años.

El aumento de la esperanza de vida al nacer ha sido constante durante el pasado siglo. Según los indicadores demográficos del INE, en 2018, en Asturies, superaba los 82 años. Respecto a la tasa de natalidad, se ha reducido bruscamente, de manera que, en 1995, los nacimientos se habían reducido a la mitad en apenas dos décadas. En 2018, la tasa bruta de natalidad en Asturies se situaba en 5,6 nacidos por cada 1000 habitantes (7,9 en el conjunto del país).

Los efectos de este proceso sobre el mercado de trabajo son intensos. En los próximos años, las generaciones más numerosas (aquellas nacidas en las décadas de los sesenta y los setenta) iniciarán su proceso de salida del mercado de trabajo y de jubilación. Por otra parte, las cohortes que se incorporarán al mercado laboral serán cada vez más pequeñas como consecuencia del descenso de la natalidad, lo que se puede observar con claridad en el gráfico que sigue. Esto supone que la población potencialmente activa tendrá un menor tamaño, a la vez que aumentará el número de personas inactivas.

Gráficamente, podemos ver como el descenso de la natalidad ha dado lugar a un cambio en la forma de las clásicas pirámides de población. Hace unas décadas, la base de la pirámide era amplia como consecuencia del mayor tamaño de las cohortes más jóvenes en comparación con las de más edad. En cambio, ahora las cohortes son más pequeñas haciendo que la base de la pirámide sea menor que su zona media. Además, el aumento de la esperanza de vida, hace que la pirámide se ‘estire’ porque las cohortes alcanzan cada vez una mayor edad.

En el que gráfico que sigue se muestra la pirámide de población para Asturies en 2019, teniendo en cuenta la situación laboral de las personas. Están ocupadas el 43,5%, en situación de desempleo, un 7,2%; y son inactivas, un 49,3%. Además, podemos como cambia el tamaño de las cohortes, de manera que las generaciones más jóvenes son sustancialmente más pequeñas de las que, en la actualidad, tienen más de 40 años.

Gráfico 1. Pirámide de población (Asturies, 2019).Pirámide de población de AsturiesFuente: elaboración propia a partir de EPA

La importancia de la distribución por edades de la población, en términos de su efecto sobre el mercado de trabajo, se debe a que las tasas de actividad y de ocupación a lo largo de la vida son diferentes, tal y como se puede apreciar en el siguiente gráfico. Tanto para los hombres como para las mujeres se obtiene un patrón en forma de U invertida, que implica tasas bajas de empleo durante la etapa de entrada al mercado de trabajo, alcanzar las mayores cifras de ocupación en las edades centrales de la vida y que éstas empiecen a reducirse a partir de los 50 años, como consecuencia de la salida del mercado de trabajo. Conviene señalar que, para las mujeres, las curvas son distintas en dos sentidos: se alcanzan menores tasas de empleo en las etapas centrales y, además, esa fase central parece durar menos.

Gráfico 2. Tasa de empleo según edad en España y Asturies (2019) Tasa de desempleo según edad en España y en AsturiesFuente: elaboración propia a partir de EPA.

En resumen, hasta los 30 años, las tasas de ocupación son bajas como consecuencia de la inactividad debida principalmente a los estudios. Además, las cohortes más jóvenes han accedido a niveles educativos más altos que las mayores, de forma que el acceso al primer empleo ha sido cada vez más tardío. En la etapa central de la vida se alcanzan las mayores cifras, situándose cerca del 90% para los hombres y en torno al 70% para las mujeres. A partir de los 45 años, ya se aprecia una ligera tendencia decreciente que supone el inicio de la salida del mercado de trabajo, de manera que, a edades superiores a los 60 años, las tasas de empleo son inferiores al 50% tanto para hombres como para mujeres.

Teniendo en cuenta el patrón de comportamiento laboral señalado, el envejecimiento de la población podría conducir a menores tasas de ocupación, como consecuencia de la menor participación laboral de la población de más edad. En la medida en que el grupo de trabajadores mayores de 55 años suponga un mayor porcentaje del total, la tasa global tendería a disminuir. Sin embargo, tenemos que considerar el efecto del nivel educativo sobre la participación laboral, puesto que se ha producido un gran incremento de la cualificación de la población en nuestro país y la participación en el mercado de trabajo aumenta con el nivel educativo. Es decir, es previsible que las tasas de ocupación aumenten para edades superiores a los 50 años.

En definitiva, el envejecimiento de la población plantea retos muy relevantes para el mercado de trabajo. Más aún en Asturies, donde dicho proceso de envejecimiento es más intenso. La salida del mercado laboral de las generaciones más numerosas y, por el contrario, la entrada de cohortes cada vez más pequeñas supone que el mercado de trabajo sea cada vez más pequeño. La participación laboral de las personas de más edad y de cada vez más mujeres serán uno de los factores que, probablemente, caracterizarán el futuro próximo.

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