Beatriz Egido Gordo es Secretaria General de CCOO del Suroccidente d’Asturies

El tiempo de los experimentos se ha terminado para esta comarca;
Necesitamos propuestas reales y quién las ejecute.

Durante estos días se celebra en una ciudad egipcia, de esas que lo mismo sirven como baluarte reivindicativo o resort de vacaciones para multimillonarios, la última cumbre del clima. COP 27, la llaman.

A priori, cuesta entender que lo que esté sucediendo en Sharm el-Sheij tenga algo en común con quiénes vivimos en el suroccidente de Asturias, pero a poco que se escarbe en las noticias y nos introduzcamos en el meollo del proceso, podríamos ser sus principales protagonistas. Sepan que vivimos en una comarca que ha perdido el 18% de su población entre los años 2011-2019 y que se sitúa en la actualidad alrededor de los 25.000 habitantes debido al cierre de las minas y la central térmica de Soto de la Barca. Todo en nombre de la sostenibilidad del planeta.

Nadie cuestiona a estas alturas la urgencia de un cambio en la producción energética, pero los planes que se han llevado a cabo en los últimos años nos han demostrado la poca seriedad y el escaso compromiso que se ha mantenido con quiénes vivimos aquí y especialmente con las personas expulsadas de sus trabajos con promesas que nunca llegaron y que en la actualidad se pretenden enmendar con los Fondos Europeos de Transición y Reto Demográfico.

Podría transcribir aquí los datos del informe que el Gabinete Técnico de CCOO Asturias realizó en junio de este año sobre la “Situación Socioeconómica de la Comarca del Suroccidente” para ponerles en situación, sin embargo, bastará con un único dato para que se puedan imaginar el resto:

Conservamos aproximadamente la mitad de los empleos que teníamos hace treinta años.

Pero volvamos a la Cumbre del Clima. Si visitan su página web se encontrarán un artículo de Andrea Meza, Secretaria Ejecutiva Adjunta de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) titulado “La descarbonización no puede esperar” en el que escribe textualmente: “…La descarbonización es una forma de encontrar alternativas para vivir y trabajar y que, a su vez, reduzcan las emisiones y capturen y almacenen el carbono en nuestro suelo y vegetación…” Es evidente que a alguien se le olvidó gestionar de manera adecuada la necesidad de crear las alternativas para vivir y trabajar en nuestro territorio y, sobre todo, en un plazo razonable.

Y aún podemos seguir sorprendiéndonos con la mencionada cumbre, porque como en cualquier buen espectáculo… ¡aún hay más!

El tema estrella de esta reunión parece ser la instalación de Sistemas de Alertas Tempranas para todo el planeta, unos 3.100 millones de dólares con los cuales pretenden que a lo largo del próximo quinquenio todos los habitantes de la tierra estemos protegidos por sistemas que permitan alertarnos de forma temprana de los fenómenos meteorológicos cada vez más peligrosos. Algo así como intentar parar una hemorragia de una arteria principal con tiritas al precio de suturas con hebras de hilo de oro.

Dedicar recursos para defendernos de las consecuencias que la devastación del planeta está provocando, dando por inevitable lo que nos viene encima, deja en evidencia las distintas reglas de medir en esto de que quién contamina, paga.

La única esperanza parece vislumbrarse en que parece que por fin los países en vías de desarrollo podrán tener alguna opción en sus conocidas reivindicaciones de ser compensados por ser quiénes más sufren las pérdidas y los daños causados por los que más contaminan. Compartimos el mismo proceder;

Limpiar conciencias a base de euros con un resultado impredecible y en lugares como el nuestro de muy dudosa eficacia.

Nos sentimos parte de un experimento cuyo resultado está siendo demoledor y acarreará unas consecuencias que no serán únicamente demográficas; somos el caldo idóneo para la ultraderecha amenazante y experta en gestionar decepciones y sentimientos de abandono.

Los fondos y las ayudas que nos llegan desde la Transición Ecológica y el Reto Demográfico no parecen estar pensados para una comarca como la nuestra. La ausencia de cultura empresarial (o grandes empresarios, como prefieran decirlo), un número insuficiente de población con edad de emprender y la ausencia de formación adecuada para ello, no facilitan demasiado las cosas. De la misma manera que tampoco se detuvieron a situarnos en el mapa y observar la distancia que nos separa de los centros estratégicos de transportes y almacenamiento de nuestra región y aún menos la orografía y los recursos reales de los que disponemos.

Es cierto que el sector servicios y agroalimentación están evolucionando y aumentando su presencia de manera significativa, de hecho, más del 60% de nuestra población trabajadora pertenece al primero.

Sin embargo, la realidad de quiénes vivimos y conocemos el territorio nos revela negocios familiares, salarios precarios y una alta temporalidad con la inestabilidad que ello conlleva:

Imposible mantener así la esperanza de un futuro laboral para las personas que aún desean permanecer por aquí.

No quiero yo terminar sin reconocer el trabajo, esfuerzo y gran interés de algunas profesionales que trabajan en la gestión de los fondos y la consecución de sus objetivos. No cuestiono su tesón y perseverancia, no es suyo el problema, sino del retraso y las pocas posibilidades que la realidad encontrada ofrece para que se puedan llevar a buen puerto.

Tampoco pretendo que esta publicación se convierta en un obituario.

Nos encanta vivir aquí, por eso nos tomamos tan en serio la responsabilidad de vigilar y denunciar lo que parece avecinarse si no lo paramos YA.

Queremos seguir disfrutando de nuestros pueblos, de nuestra cultura y de la calidad de vida con la que la suerte nos premió al elegir el suroccidente asturiano.

Animamos a quién corresponda a revisar las inversiones que se han ejecutado o aquellas que están prevista su ejecución y que analicen rigurosamente los puestos de trabajo que han generado o el número de familias que se han instalado o mantenido a su alrededor.

Y por supuesto:

Cuando alguien se quiera sentar a plantear seriamente cual debe ser el rol que desempeñe esta comarca en la economía y el futuro de nuestra región y cómo llevarlo a cabo; Avísennos, por favor.

Nené Losada, poeta valdesana, recitaba este poema emocionándonos hasta encogernos el corazón porque era capaz de hacerlo como el susurro del viento que le traía los recuerdos.

Ojalá nuestros sueños no queden guardados en un cajón.

Tendía los sueñus al sol
ya non los recoyía
hasta que taban ensuitus.
Lluegu,
guardábalus nel caixón
de los recuerdus.
A veces,
sacábalus pa que is diera l’aire,
y algunu d’ellus
más atrevíu que los outrus,
iba a metese
entre las páxinas d’un llibru.

Pin It on Pinterest

Share this
X