Pedro Roldán es presidente de la Cultural

Hace escasos días, en nuestra ciudad, uno de los gurús económicos de Esperanza Aguirre nos deleitó  con un revival de los grandes éxitos del pensamiento neoliberal de décadas pasadas: una retahíla de auténticos dogmas de fe de la iglesia fundada por Hayek, Friedman y compañía, que continúan repitiéndose inasequibles al desaliento, sin permitir que la evidencia de su fracaso histórico cuestione, ni por un momento, su fe ciega en la Mano invisible del Mercado.

Si algo ha demostrado la experiencia de la Pandemia es la absoluta necesidad de dotarnos de unos servicios públicos que garanticen el carácter universal de derechos como la atención sanitaria, redistribuyendo la riqueza y poniéndola al servicio del interés general, tal y como se establece en el articulo 128 de nuestro texto constitucional. Porque en esta Pandemia el esfuerzo y la dedicación del personal sanitario, docentes, fuerzas de orden público y, en definitiva, de miles de empleados públicos ha sido clave a la hora de superar uno de los peores momentos de nuestra historia, poniendo de manifiesto la necesidad de fortalecer dichos sectores debilitados por recortes sociales y políticas de austeridad basadas en el dogma neoliberal.

El mantra mil veces repetido de que los servicios públicos se gestionan mejor desde el sector privado se ha revelado como otro ejercicio de “Fake News”, tan abundantes desgraciadamente en las redes sociales como en el debate político. Así por ejemplo, el informe del Tribunal de Cuentas del año 2011 señala que la gestión directa de los servicios públicos, en el ámbito municipal, es más barata y eficiente que la gestión externalizada. Algo lógico, por otro lado, si tenemos en cuenta que el objetivo de una gestión privada de cualquier servicio es el lucro, cosa que choca radicalmente con el objetivo principal de los servicios públicos: garantizarle a la ciudadania el disfrute de derechos y el mantenimiento de servicios esenciales.

La democracia contemporánea se basa en la triada Libertad, Igualdad y Fraternidad, cuya plasmación es el Estado Social. El dogma neoliberal entroniza la Libertad, interpretada como mera libertad económica, al tiempo que reduce la igualdad a un mero formalismo. Pero la concepción europea del estado social, ha venido a considerar que la igualdad ante la ley debe conjugarse con una igualdad material, cimentada en la Educación Pública, la Sanidad Universal y el conjunto de derechos sociales y económicos. Y la libertad sin esta igualdad real, se convierte en un cascarón vacío incompatible con el desarrollo de una sociedad avanzada.

Afortunadamente, Gijón ha mantenido una red de empresas públicas municipales, que ha permitido durante décadas a la ciudadania el acceso a servicios de calidad, con un coste netamente inferior al de otras ciudades que optaron por la externalización y la privatización.

La externalización y privatización de los servicios públicos oculta un ingente trasvase de dinero de los contribuyentes a los bolsillos de las grandes corporaciones, en ocasiones de la mano de procesos opacos y corruptos; pero siempre desde la máxima: “privatizar los beneficios y socializar las pérdidas”.

Los autodenominados liberales suelen decir que donde mejor se encuentra el dinero es en el bolsillo del ciudadano; pero en realidad parecen empeñados en meter el dinero del ciudadano en los bolsillos de las grandes corporaciones.

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