Nacho Muñiz es coordinador de los ciclos de cine de la Cultural.

Uno de los capítulos ineludibles al recapitular lo que nos ha deparado cinematográficamente este ya casi primer cuarto de siglo es la eclosión del cine rumano en el panorama internacional; un fenómeno que, lejos de constituir una efímera moda a partir de un reducido número de películas, continúa creciendo con la aparición de nuevos títulos y directores que siguen los pasos de los ya consagrados Cristi Puiu, Cristian Mungiu, Corneliu Porumboiu o Radu Jude, por citar sólo unos pocos nombres. De hecho, hoy en día es difícil consultar la programación de cualquier festival internacional y no encontrar, no uno, sino varios films rumanos. Para el cine-club de la Sociedad Cultural Gijonesa es un lujo poder ofrecer a partir del 21 de abril y hasta el mes de junio una pequeña antología de cine rumano, oportunidad que debemos agradecer al consulado rumano en Bilbao, que ha ejercido de mediador con varias instituciones del país que nos han permitido proyectar gratuitamente las películas presentes en el ciclo.

El gran atractivo de la selección de películas del ciclo es que vamos a poder ampliar la visión de conjunto de la evolución del cine en Rumanía en las últimas décadas, más allá de títulos tan conocidos y celebrados como “La muerte del señor Lazarescu” (Cristi Puiu, 2005), “4 meses, 3 semanas y dos días” (Cristian Mungiu, 2007) o “Historias de la Edad de Oro” (varios directores, 2009). Con ese propósito hemos escogido varias películas anteriores al año 2000, momento en el que comienzan a aparecer los primeros ejemplos de lo que luego se dio en llamar “nuevo cine rumano”; nuestra idea es contribuir a establecer una continuidad entre esa nueva generación de cineastas y un pasado mayoritariamente desconocido para el público internacional. Cuando las primeras películas de Puiu, Mungiu o Nae Caranfil comienzan a recibir atención y premios en los grandes festivales, el asombro y el desconcierto es general, ya que hasta entonces el cine rumano era casi un absoluto desconocido (con la excepción de Lucian Pintilie). Rumanía no tenía ´-al menos no había constancia de ello- una cinematografía destacable, al contrario que Polonia, Hungría o Checoslovaquia, por citar otros países de la Europa comunista, cuyos cines y cineastas sí eran conocidos y celebrados en todo el mundo. Claro está que hay películas y creadores interesantes en la Rumanía de los 70, 80 y 90, y es ese vacío el que queremos contribuir a rellenar con esta muestra.

La película con la que vamos a inaugurar el ciclo, no obstante, sí que se enmarca ya en pleno apogego del cine rumano y está firmada por uno de sus directores estrella: Corneliu Porumboiu. Se trata de “A fost sau n-a fost?” (en España su título fue “12:08 al este de Bucarest”, aunque la traducción del original sería algo así como “¿Hubo o no hubo?”); fue el primer largometraje de Porumboiu y recibió premios en más de 20 festivales, incluyendo la Cámara de Oro en la Quincena de realizadores de Cannes en 2006. Casi veinte años después se ha convertido en uno de los “clásicos” del cine rumano, pues en esta acidísima sátira podemos observar muchas de las características comunes a buena parte de la producción de la mayoría de los directores mencionados, a pesar de que a ellos no les guste hablar de una “escuela” o de un “movimiento”, sino de carreras individuales: nos referimos al uso frecuente de planos largos, abundancia de planos rodados cámara en mano, ausencia de música no diegética, etc. No nos parece descabellado cuando leemos u oímos con frecuencia hablar de un “neorrealismo” a la rumana, eso sí, combinado con frecuencia, como en el caso de esta y otras películas de Porumboiu, con un sentido del humor más bien negro, agrio y circunspecto.

A partir de la segunda película del ciclo seguiremos un orden cronológico, comenzando con “Reconstituirea” (“La reconstrucción”, 1968), de Lucian Pintilie, al que nos referíamos antes como el único director rumano que había traspasado las fronteras nacionales en la época de los nuevos cines del este; por ello y por la persecución y censura que sufrió en su país a partir del escandaloso estreno de la película (que fue posteriormente prohibida durante muchos años), la figura de Pintilie adquirió un aura legendaria y heroica y fue -sigue siendo- la gran referencia histórica del cine y los creadores del país. “Reconstiturea” es, por tanto, un film de obligada visión tanto por sus valores cinematográficos como sociales y éticos.

Los dos títulos que proyectaremos en mayo son producciones de los años 80 y 90. “Secvente” (1982), al igual que la película de Pintilie, ha adquirido tintes míticos con el paso del tiempo, entre otras razones por la temprana muerte de su director, Alexandru Tatos, que falleció en 1990 a los 52 años, recién terminada la dictadura. Como casi inmediatamente posterior a la caída del régimen de Ceaucescu es “Hotel de Lux” (1992), alegoría política dirigida por Dan Pita, otro de los grandes nombres del cine rumano desde los años 70, y que representa uno de los caminos que inevitablemente tenían que seguir los creadores del momento: un duro ajuste de cuentas político con el pasado reciente.

En junio comenzaremos con otra muestra de los primeros años 90, “Cel mai iubit dintre paminteni” (de 1993, sin título oficial en español, en inglés se llamó “The Earth’s Most Beloved Son”), adaptación que Serban Marinescu -otro nombre fundamental- hizo de una novela de Marin Preda, novelista fallecido durante la dictadura; estamos de nuevo ante un cine sin concesiones políticas, sociales o morales, que narra la ordalía de un intelectual perseguido por el estalinismo.

Las últimas tres películas del ciclo ya proceden de varios de los directores consagrados de este siglo; la primera de ellas es “Marfa si banii” (2001), primer largometraje del gran Cristi Puiu (“La muerte del señor Lazarescu”, “Sierranevada”, “Aurora”), una “road movie” que ya indica por dónde apuntan los nuevos cineastas: “sacar” las cámaras a la calle, tomar como referencia la realidad contemporánea del país y reproducirla de la forma más honesta posible, por cruda que pueda ser a veces.

Continuaremos con “Occident”, otro espléndido debut en el largometraje, en este caso de Cristian Mungiu, el autor de la aclamada “4 meses, 3 semanas y 2 días”; si, como hemos señalado, estos cineastas tienen como objetivo mostrar vidas e historias reales protagonizadas por personajes “reales”, no podía faltar un título como este, que tiene como trasfondo la emigración de rumanos hacia Europa, uno de los aspectos que han marcado la vida en el país en los últimos treinta años.

Si empezamos el ciclo con una película muy representativa de lo que es y ha sido el cine rumano desde el año 2000, terminaremos con “Restul e tancere” (“El resto es silencio”,2007), un film diferente a lo que nos hemos habituado a ver estos años, a pesar de que proviene de Nae Caranfil, director de otro título clave por el éxito internacional que obtuvo, “Filantropica ”(2002). Es el único film “de época” que vamos a ver en el ciclo y nos traslada a comienzos de siglo para narrarnos los comienzos del cine rumano con un tono entre la comedia, la elegía y, no podía faltar, la ironía.

Sin duda que nos habría gustado incluir aún más películas en el ciclo y, sin duda, habrá más ocasiones para ello; sirva esta pequeña muestra para acercar un poco más a los habituales de nuestro cine-club -y a los que quieran sumarse- a la realidad de un país y un cine fascinantes.

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