El viernes 13 de diciembre la Sociedad Cultural Gijonesa celebró la entrega del Premio Juan Ángel Rubio Ballesteros 2019 en el salón de actos de la Escuela de Comercio.

En su XXVI edición el jurado decidió la concesión del galardón a la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui en reconocimiento a la importante labor que lleva realizando desde su fundación, hace ya más de 30 años, en defensa de los derechos del pueblo saharaui.

A continuación reproducimos el discurso de entrega del premio:

Ante la entrega el XXVI premio Juan Ángel Rubio

Hoy 13 de diciembre la Sociedad Cultural Gijonesa hace entrega del Premio Juan Ángel Rubio Ballesteros, que este año ha recaído en la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui.

El galardón que otorga anualmente nuestra entidad alcanza este año su XXVI edición. Honra la memoria de uno de nuestros socios más destacados, quien presidió la Sociedad Cultura Gijonesa durante varios años. Juan Ángel Rubio Ballesteros fue un destacado odontólogo que realizó una importante labora socio-sanitaria en Gijón. Durante la Guerra Civil española sirvió como capitán del ejército republicano. Exiliado en Francia al término de la Guerra, acabó recluido en el campo de concentración de Argelés. Llegado a Gijón en 1944, participó en la oposición política al franquismo como militante del PCE, involucrándose sobre todo en el activismo cultural y social de nuestra ciudad.

La Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui lleva tres décadas denunciando la sangrante situación del Sahara y del pueblo saharaui, la brutal ocupación y hostigamiento que ha venido sufriendo por parte del gobierno de Marruecos. El pueblo español se ha caracterizado siempre por ser un pueblo solidario, en especial la sociedad asturiana y gijonesa.

El caso del Sahara es una mancha en la conciencia colectiva española y una de las herencias envenenadas de la colonización europea de África. Durante el final del régimen franquista, en 1975, se produjo la Marcha Verde, impulsada por Hassan II en un contexto de fuertes tensiones internas del propio reino marroquí, que contó con el beneplácito de EEUU y Francia. El año antes, por presiones de la ONU y ante la actividad del Frente Polisario que combatía por la liberación del Sahara, la dictadura franquista había accedido a la celebración de un referéndum para el Sahara Español. Tras la Marcha Verde, para la que Hassan II movilizó a más de 50.000 civiles para ocupar el territorio saharaui, además de un contingente militar, el referéndum quedó paralizado. El agonizante regimen franquista firmó entonces  los Acuerdos Tripartitos de Madrid, por los que cedía la soberanía sobre el territorio a Marruecos, Mauritania y a una asamblea tribal de notables que debía representar al pueblo Saharaui. Fue una decisión de esta asamblea tomada en El Aiún en 1976, a la que se aferrarían Marruecos y Mauritania para proceder a la anexión de los territorios del Sahara. El Frente Polisario reaccionó entonces legitimamente proclamando en enero de 1976 la República Árabe Saharaui Democrática.

Las Naciones Unidas y las resoluciones de los tribunales internacionales no reconocieron los Acuerdos de Madrid y vienen exigiendo que el pueblo saharaui pueda pronunciarse a través de un referéndum de autodeterminación. España, antigua potencia colonial que, a ojos de la ONU, continúa siendo la administradora formal del territorio, dejó a su suerte a la población, desentendiéndose desde entonces de su responsabilidad histórica.

Como en tantos conflictos, la parte más débil, en este caso el pueblo saharaui, es sistemáticamente aplastada por un complejo y descarnado juego de intereses. Es de justicia que el pueblo saharaui pueda decidir libremente su futuro y gozar de un régimen de plenas libertades.

El papel jugado durante estos años por organizaciones como la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui ha sido clave para evitar que una injusticia historica tan evidente cayera en el olvido. Labores tan importantes como el programa de “vacaciones en paz” permiten cada año a multitud de niños y niñas disfrutar de una dignas y merecidas vacaciones en tierras asturianas.

Por todos estos motivos hoy queremos premiar a quienes han mantenido viva la voz de un pueblo que desde miles de kilometros de distancia clama por su libertad.

 

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